POR: Bianca Gambino
En Bogotá está cogiendo fuerza la tendencia de mezclar la divulgación de un producto con el arte. Aparentemente no tendría mayor vinculación el lanzamiento de una cerveza o la presentación de un nuevo producto bancario con un artista en vivo sobre una tarima haciendo un cuadro con óleos, lienzo y a la vez acompañado de música electrónica.
Pero sí, está sucediendo y se conoce como Action Art. Como lo dice su título en inglés es arte en acción. Son obras en vivo donde el artista crea una interacción con el público que está expectante sobre lo que pueda resultar de su inspiración.
La tarima está vacía, las luces sólo enfocan un lienzo negro, el silencio es interrumpido por una música estruendosa y pegajosa al mismo tiempo. Sale al escenario un hombre delgado con cachucha y gafas negras. Ante él está el lienzo vacío, los óleos y una batería. Comienza por hacer un redoble de platillos y empieza a mezclarse con las pinturas. Lanza un chorro amarillo, luego uno rojo, el público no comprende aún lo que va a hacer. Poco a poco empieza a aparecer el rostro o la figura de alguien a quien todos reconocen y la emoción se apodera de los espectadores que estallan en aplausos.
El movimiento artístico del Action art tiene sus orígenes en un estilo que surgió en 1940 en Estados Unidos y se denominó de forma similar: action painting (pintura en acción). La técnica consistía en que el artista de manera espontánea lanza la pintura sobre el óleo, la deja gotear, mancha el óleo en lugar de ser cuidadoso y meticuloso en la forma como lo aplica.
Este movimiento se está retomando con fuerza y en Colombia su principal exponente es Juan Andrés Posada, un publicista que dejó fluir su talento de pintor y ahora realiza obras en vivo ante miles de personas que no dejan de asombrarse con el resultado final.
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